jueves, 29 de septiembre de 2016

Hombres salmonela en el Planeta Porno

Te topas con el título y muy señor nuestro y no queda otra que agenciarte el librajo… Es como Mil mesetas o como La región más transparente o como Temblores de aire… títulos que te cogen por las ganas de enterarte de qué va eso que suena tan bien. Como Elipsis e outras sombras o El corazón y otros frutos amargos.

Por separado se entienden una por una todas las palabras… desde hombres hasta porno. Bien definido el territorio, nada de sorpresas. Todo junto, la cosa cambia. ¿Hombres salmonela? ¿Planeta Porno? Lo último, mejor en HD.

Entre otras, pueden pasar dos cosas con títulos de estos que parecen obra no de un autor cualquiera sino de una mente obsesionada con el marketing: que sea puro gancho, quiero decir engaño, mascarón de proa de un librajo insulso hasta el momento en que suena el despertador de tanto que nos hemos dormido leyéndolo… o que… a ver, que mucho cuidado porque perro ladrador poco…

Herr Tsutsui… si hasta parece que el nombre del tipo sea, no resultado impredecible de la decisión progenitora, más bien producto mercadotécnico estudiado a fondo y teledirigido a nuestra billetera. El Trust que se nos come vivos… a mí, por lo menos, me devoraron Tsutsui y su Hombres salmonela en el Planeta Porno. Se deben estar riendo toditos en la sala de reuniones, haciendo caja, contando la pasta. Mira cómo pican… qué tipos estos consumistas. Pobres… espera a que se lean el artilugio.

Yo ya lo hice: leérmelo. De principio a fin. Editorial Atalanta. Lo mejor del libro es… lo peor es… Son varios relatos. Algunos te sorprenden un poquito, otros no. El peor me pareció el que da nombre a la recopilación… bueno, había  otros igual de regularones y tramposillos. También hay alguna sorpresa que merece la pena. Pocas, pero las hay. Luego, según el lector de turno, el libro es decepcionante o el libro merece la pena porque algunas cosas sí que merecen la pena. Pero bueno… el libro con pinzas, de verdad, que se deshace con sólo mirar para él con algo de eso que llaman mayores expectativas. Yo lo tuve que comprar siete veces, de tantas que se me deshizo en las manos. Multiplicad, vaya pasta… El título no, dejadlo en paz, que a mí me encanta.

Te quedas con esa sensación de que… Herr Yasutaka Tsutsui y sus relatos son como eso de llamar a lo mismo de distinta manera, como lo de correr, running, jogging y demás abismos; y de paso dárselas de visionario y cobrar el doble. Cosas que pasan... Eso sí, llamar a lo de siempre: Hombres salmonela, no se le ocurre a cualquiera.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Barón Corvo/Adriano Séptimo

Hace dos días me contaron una historia… quien lo hizo, lo hizo para que no se me olvidara. Luego me mandó a tomar vientos… La historia era sorprendente y, según me decía, cierta. Que no se te olvide.

Era igualita, de pe a pa, al argumento de cierto librajo que me sé de memoria porque recién me lo acabo de leer.

De estas casualidades que se dan… porque la historia era de estos días y el libro es de hace cien años. Pero iguales. La historia es actual aunque la pongo en pasado, mientras que el libro, que tiene ya más de cien años, va en presente. La mejor manera de resumir  estas tonterías es con un, más tonto todavía, juego de palabros…

El libro que tiene más de cien años es Adriano Séptimo, de Frederick Rolfe lo mismo que decir Barón Corvo. La historia actual os la podéis imaginar, situada en Roma. Del Barón Corvo me avisó hace tiempo un CompincheM, cuando había que leerse el libro de Symons sobre el Corvo. Qué bueno…

Pero es más enrevesado el asunto este sin sentido… porque mientras pasaban los más de cien años necesarios para que se diese la coincidencia de que os hablo, Guido Morselli publicaba su Roma sin Papa Con cosas así: eso del pliegue del tiempo que se repite y su eterno retorno y su noséqué pero está claro que algo pasa con el tiempo y no sabemos qué carajo es… pues resulta evidente que Adriano Séptimo y Roma sin Papa y la historia que a mí me contaron el miércoles pasado tienen un mismo autor, quiero decir que libros e historia los escribió y contó la misma persona…

Lo pillé de las solapas, al tipo del otro día, se hizo cacolas por la patinbaixin, y me dijo: me moría si no te lo contaba. Luego me reconoció los hechos mientras nos poníamos las máscaras de gas. Con las máscaras dábamos miedo, los dos. Le pregunté si me había dicho ¿me moría o memoria?

Te estás pasando, meu. Que no se te olvide… Corvo y Morselli juegan a eso de ver en el más allá como si fuera el más acá y ponerlo por escrito para que se sepa… pasa luego un tiempo… y aciertan porque después de la marea alta viene la baja, y así sucesivamente, en serio, que esto ya lo sabían nuestros antepasados cuando aún no habían bajado de la rama de un árbol. Pero que acierten, me refiero a Corvo y Morselli, nos sorprende…


De Frederick Rolfe dan ganas de contar más de una… lo mismo que de Morselli. Hay un libro muy interesante que yo no he leído porque es difícil de encontrar y que, salvando escepticismos de esos descreídos que siempre contestan que están de vuelta, supuestamente demuestra que tal y cual autor eran la misma persona… hasta ahí, pasa. Pero luego, el mismo libro sigue y nos demuestra que esa misma persona ya estaba pendurando, algo así como colgada mediante un brazo bien peludo dotado en su extremo distal de dedos retráctiles que se aferran con fuerza, de la rama de un árbol. Venga ya. A ver ese libro, carajo, dónde está...

Ahora pienso que el tipo que me contó la historia, que es el mismo que Herr Frederick y Herr Guido, se parecía a Philip K. Dick... ¿No?... Sí!

martes, 13 de septiembre de 2016

Foster Wallace/Zellini: Infinito ¿Compacto o Breve?

De nuevo me armé de calculadora y anfetaminas… como hice con el Testamento geométrico de Rafael Dieste. Esa experiencia ya la conté; quien quiera aburrirse que busque en el blog… o que se agencie el libro de Dieste.

Juntar esos dos términos en forma de título de un manual de mates, me refiero a Testamento y geométrico, tuvo consecuencias. Muchas de ellas negativas...

También otros juegan a juntar palabras que se repelen… recién he terminado de no comprender la Breve historia del Infinito… a qué viene eso de reunir en el mismo título infinito y breve ¿?... Disimular, luego, la emboscada con “…historia del…” me parece chapucero y… Habría que explicarle a Paolo Zellini que no vale. Que se envaine la historia y que se aclare... Empecé el libro de Herr Zellini con tantas ganas que, ante semejante desbarajuste, me convencí de que Paolo confunde breve con infinito. Error mío, sin duda… Pero trampa tras trampa me acabaron tocando las morales sus continuas alusiones a Borges, Novalis y otros tipos de semejante calibre… Zellini, algo medroso, parece que juega a: me dijeron que comentaron que habían oído a no sé quién decir que otro fulano dijo que creía que… Zellini, meu, un mínimo de.

DFW lo dijo mejor, más claro: Todo y más aunque luego viene una cloaca del editor, en este caso el subtítulo en castellano: Una breve historia del infinito… porque, en el original, el palabro trampa “breve” no aparece por ningún lado, que el original se decanta por “compact”… ahora que cada cual elija entre ir al diccionario o mandarme a paseo o las dos cosas.

El caso es que librajo de Zellini lo pillé convencido y me llevé una trompada… el de Foster Wallace (en plan profe de mates, igual que Dieste) lo pillé pensando en la trompada que me esperaba y al rato me tenía pasándolo no veas qué bien… muy divertido, no hay color. Algo así como El diablo de los números, de Enzensberger, aunque en plan obsesivo y prolijo y/o pedante y frondoso y para darle de comer aparte… Puro DFW.

Entre Breve y Compacto, me quedo con que Los libros de Ciencia para tipos de Letras si salen bien son una gozada… si, a mayores, hay aprietos y conflicto y explosiones, entonces te agarran por las pelotas que otros llaman balls y te lo pasas a garrotazos… como cuando jugabas de chaval a ser chaval... Un ejemplo de lo anterior, conflicto y explosiones: Las guerras del uranio, una rivalidad científica que dio origen a la era atómica… qué gozada. Una pasada, de Amir Aczel.

No se me ocurre mejor sobredosis de pantallazos que verse o leerse o tragarse de carrerilla una terna sobre el asunto salvaje e infame de los científicos que en nombre del ¿progreso? y de la ¿paz mundial? inventan y preparan bombas inimaginables que luego van y funcionan y explosionan a 600 metros de altura y achicharran a todo quisque debajo de ellas en tierra firme durante dos compactos y breves infinitos de luz cegadora sitos, ambos, en sendas localizaciones en Japón. Dobleces…

El terceto: entonces, si quieres saber algo sobre la carrera mundial entre Aliados y Eje en pos de la bomba nuclear y sus tropocientos millones de kilotones de mugre a borbotones, empiezas el empacho y te coges el novelón impagable de Volpi En busca de Klingsor que es una de esas ficciones que resultan más reales que la realidad misma, libro que hay que leerse sí o sí (pinchad aquí)… luego sigues con el manual de Aczel Las guerras del uranio… que es el complemento ideal del libro de Herr Volpi, que Aczel, de tanta realidad, circunstancia, dato, medida e información, parece que nos cuenta una pura ficción… entre Volpi y Aczel de verdad que os desmenuzan el mejunje subatómico, el uranio, la bomba y a Heisenberg, Bohr, Fermi, Otto Hahn y demás abajo firmantes… para rematar el socavón, como nuestro breve infinito es de tres, te coges de nuevo Trinity and beyond y te dejas acongojar delante del televisor…

Punto nuclear: El resumen de todo ello, mira que lo he dicho veces, está en manos de Don DeLillo… que va dejando un rastro, ínfimo y moroso, por desgracia, de la verdad definitiva sobre el achicharramiento nuclear colectivo en algunos de sus libros… qué pena que Herr Don no se atreva, que sólo amague, que no se decida a coger el kilotón por la rampa de lanzamiento y dedicarle un libro entero a esos voluntarios que, de tanta radiación que tragaron durante las pruebas atómicas en los desiertos del medio/oeste, cerraban sus ojos y veían a través de sus párpados, pura visión de rayos X… así, realidad y ficción en uno.
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