lunes, 10 de octubre de 2016

Blackwood/La casa vacía... broma infinita.

Me topé el otro día con la celebración del 20 aniversario de La broma infinita… La casa estaba vacía y el falso techo decorado con estrellas, meteoros y todos venga a soltar el rollo.

Entre los comentaristas varios que participaban en la fiesta conmemorativa había uno que hablaba de lo que él denomina megalibros: La saga/fuga de J.B., Submundo, Tristram Shandy y La broma infinita… supongo que se refería al peso, en kg., de semejantes dispendios tipográficos. Torrente, DeLillo, Sterne y DFW. Hace mucho leí en nosédónde, o alguien me comentó, que leerse esos librajos infinitos, u otros de similar empaque métrico, es como ir al gimnasio y machacarse a pesas. Yo, de esos cuatro, leí dos y medio. El medio no lo acabé porque, mientras lo leía, me dejó una chavala y le cogí manía al libro. No era la primera vez: ni que dejaba un libro ni que me dejaban… también me pasa lo contrario, cuando estoy muy emocionado con una rapaza me vale cualquier librajo (salvo McEwan y...). Cosas que pasan.

Tengo un CompincheM que me dice que La saga/fuga es insuperable… y un CompincheX que me dice que Tristram Shandy está quetecagas… Yo les digo que se olviden de La broma infinita, salvo que tomen anfetas durante su lectura, y que mejor se cojan algún relato o filosofada obsesiva del tipo Foster Wallace para desengrasar… Cuando acabé de leer La broma de DFW no me acordaba de cómo había empezado, me refiero al libro, que yo empecé dopado porque quería acabarlo...

La celebración del 20 aniversario, yo pasé de ir, vaya coñazo, me pilló en La casa vacía. Uh, qué miedo…

Algernon Blackwood… muchos de estos autores fantásticos de hace más de un siglo han perdido parte o toda su gracia, y esto en el caso de que la hayan tenido en algún momento, que los hay que ni eso… se han oxidado, se calan, ratean, andan a trompicones, huelen a humedad, saben a rancio… resumiendo: te da la risa cuando quieren darte miedo y te hacen gracia cuando se ponen serios… sí, sí, lo que quieras, pero no a todos les pasa eso de envejecer así de mal, que los hay que flipas.

La casa vacía es la primera recopilación que me agencio de Herr Algernon. Un puñado de estos relatos te deja con ganas de mucho más. También te deja algún que otro moratón en tus prejuicios de enteradillo fashion… Guau…  no tanto los cuentos de fantasmas en plan canónico, que no justifican el viaje, pero sí muchos otros. El capricho del animal (hablo de mí) es cosa poco seria e irrelevante… estas historias se desperdigan entre lo demoniaco y lo natural, llenas de bordes oscuros y difusos. Te pasas el libro volando de rama en rama y, de vez en cuando, ves a lo lejos, hasta donde parecía que no se podía llegar; ni con la vista ni a pie, mucho menos pensando… Un hallazgo.

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