miércoles, 31 de agosto de 2016

Castro/Roxe de Sebes... en O Courel.

Lo de escaparse a La Cabaña para muchos tiene su aquél… y para muchos otros es una chorrada de inmaduros o diletantes, también de preguiceiros que quiere decir vagos… necesidad, aburrimiento, ociosidad, curiosidad… en cualquier caso, chorrada u ocasión manida hasta el extremo por artistas, desubicados, robinsones y/o oportunistas de todo tipo. Un cliché más, como comprar ropa sin necesitarla o libros que no se van a leer nunca o libros que sí se van a leer pero para qué comprarlos… o irse de viaje para buscarse a uno mismo, ridiculez máxima de niños bien con ínfulas de pensarse; como yo, ombligo y más ombligo.

A ver, que nada hay más impresentable y chusco que tomarnos en serio, porque entonces todos damos risa, del primero al último… porque si en serio nos tomamos en serio: somos ridículos hasta una saturación de mierda onanista a espuertas que todo lo ahoga, y no porque lo diga yo, que lo dice… así que mejor tomarnos a cada uno de nosotros de coña, empezando por uno mismo y siguiendo por el mismo uno; a los demás, mejor dejarlos a su bola.

En el panorama de estupideces y tonterías que me caracteriza lo de la cabaña me interesa… si lo pienso de verdad, con la exigencia de que sea capaz, me da la risa mi estupidez… así que lo pienso débilmente… pensándolo muy débilmente, lo de la cabaña aislada del mundanal ruido (que, en realidad, somos nosotros, porque ese denostado mundanal ruido no es otra cosa que nosotros redundando) tiene un pase para robinsones consumistas occidentales culturizados de pacotilla (ahí entro yo)… Que cada cual busque o elija su Heidegger, Thoreau, Arno Schmidt o Kerouac de turno. Y que se ponga a hablar de ¿camino interior? o de ¿resistencia? o de ¿trascendencia? o de ¿buscarse? o de ¿naturaleza?… Cada cual con su mito y su héroe, en el peor de los casos refundidos en dogma o regla, patético decorado…

En Todtnauberg, precioso lugar e impactante cabaña, ya he estado haciendo el cursi varias veces, cosa gili la mía… en North Cascades o Bargfeld, nunca. O Caurel/Courel me lo tengo bien pateado.

Entonces, si lo pienso débilmente puedo escribir tonterías como las que anteceden, cosa que hago con frecuencia y vanidad… si lo pienso algo más exigentemente está claro que no las escribiría, porque son torpes y ridículas como todo en este blog… por último, si lo pienso de verdad y a fondo (tanto como soy capaz, que no es mucho) entramos ya en el escenario de tenerme que pegar un tiro por pura decencia… Me quedo con la debilidad mental… por lo menos como modo preestablecido, única manera de subsistir ante mí/nuestra descomunal ridiculez… hoy se me ha dado por este palabro, se me ha pegado leyendo Maestros antiguos.

Roxe de Sebes me lo tengo que plantear en el citado modo preestablecido, débilmente: tiene cuatro partes; una (titulada Mil días) me gustó mucho, otra me gustó un poco… las otras dos no me gustaron nada… en especial una suerte de poemas, aforismos o haikus (se presentan como Caderno de intres) que hay que leerlos y no creérselo porque de verdad que no se puede escribir y dar publicidad a algo así de manido, trillado y poco artístico, pretendiendo serlo, me refiero a artístico… y menos presentándose uno, como es el caso de Herr Castro, como Filósofo y Crítico de Arte ¿?... hombre, no. Se te vienen a la mollera las clarividentes palabras que dedica el Gachó Bernhard a los críticos y profesores de arte, aniquiladores de cualquier atisbo creativo… de risa; como lo mío, andar hablando de los libros de otros en un blog, sin saber ni escribir… de coña, barra libre… Lo piensas, sólo un poco, y resulta que los haikus o poemitas blitz de Herr Castro son risibles, caricaturescos; lo mismo que este blog. Pues eso.

Por otro lado, la experiencia montañera de Ignacio Castro en A Serra do Courel me tiene pillado, sí señor, un respeto… por ahí engancho y sigo. En su día me ilusioné con Un ano no Courel, de Xurxo de Vivero, lo mismo que con Un ano nos Ancares… ahora me pasa lo mismo con Roxe de Sebes… las de Ignacio Castro en O Caurel fueron estancias de algunos meses a lo largo de varios años: el Caderno de intres empieza en noviembre de 1983 y acaba en diciembre de 1989. Intermitencias… Leyendo el libro recordaba por dónde andaba uno en aquellas épocas de iniciales aventuras… escrito en primera persona sería por dónde andaba yo. Lo que me lleva a la siguiente estupidez… porque el librajo de Herr Castro si lo pienso, como que no está bien, es más, es bastante flojo, a ver: esos ¿haikus?, por favor… o algunas de sus interpretaciones en clave sociopolítica, que me parecieron de parvulario… pero, además de pensarlo, el librajo lo sentí, y ahí: pues la cosa cambia, en mi caso para mucho mejor… funciona, da ganas, ilusiona... sí.

Ahora es cuando hay que tranquilizarse y volver a Herr Bernhard, que despacha el mito de las cabañitas en la montaña para pensar y buscarse a uno mismo con un: cabañas de ocasión y confusión…

Ya puestos, leeros el impagable y destructor apunte de tres páginas de ThomasB sobre Heidegger, su filosofía y su cabaña de Todtnauberg… lo larga en Maestros antiguos, inigualable Bernhard, un torrente imparable y demoledor que te saca los colores: Pinchad aquí!!!.







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