jueves, 25 de agosto de 2016

Biéli/La paloma de plata… y Kótik Letáiev

Recién hace poco me topé con lo que, entrevistado en 1965, dijo el Tovarich Vladimir florero Nabokov sobre la literatura del siglo XX… que si:

a.- Joyce y su Ulises (mira que hay que ser esnob, Vladimiro…)
b.- Kafka y su Metamorfosis…
c.- Biéli y su Petersburgo
d.- Marcel y su En busca del Proust perdido, primera parte del tiempo.

Dos cosas resultan raras, intrigantes, en esta lista… las demás son lugares comunes, y una un error imperdonable: pues todos sabemos que a Kafka y a Proust no hay quién les tosa (oiga, yo no estoy de acuerdo…)... y que Ulises es la gran estafa anglosajona… seguida y alabada, a pies juntillas, por una recua de onanistas atrapados en este pueril fraude piramidal que se nutre de inseguros y horteras, todos nuevos ricos...

En cuanto a las intrigantes, la cosa primera es obvia: su ausencia. Lo que le debió costar al Pope Nabokov no incluirse en la relación de lo mejor… aunque resulta verosímil pensar que, en 1965, Herr Vladimir se consideraba lo mejor… pero del venidero S.XXI… que Franz y Marcel estaban superados… por él, claro.

La segunda intriga era Biéli… Lo demás ya está explicado arriba.

Como Herr Biéli es una intriga, sólo decir que estaba de la cabeza hasta los pies… en La paloma de plata hay diversos síntomas y concreciones, varios deslumbrantes, de esta patología desconocida… de verdad grave. Llamarla demencia, locura, creatividad o casualidad es lo de menos, salvo que seas un obsesionado por el orden y las clasificaciones… en cuyo caso te recomiendo que te leas el dichoso Ulises hasta equivocarte aún más.

La paloma de Andréi es una mezcolanza de la recta con la curva, o si quieres, del cuadrado con la circunferencia… siempre hay más de una cosa que de la otra; a ver, si hay muchas rectas hay pocas curvas, pero cuando aparece una la disfrutas al máximo, medio te mareas, se te sube el corazón a la gorxa que otros llaman garganta, luego vomitas y descansas un rato. Pues eso… en La paloma de plata hay mucho de edificio decimonónico al que, sometido a la mano loca de Biéli, se le saltan las costuras… y es que hay unos jirones, no muchos, es cierto, por los que se le ven toditos los intestinos al asunto. Quede claro que los intestinos del diecinueve son ese aire estancado de descripción ilimitada que convierte un librajo que como mucho daría para quince páginas en uno de quinientas… dejando al margen que, como en todo, también el aburrimiento-nº19 tiene sus excepciones… No os pongo las más evidentes porque no las conozco...

Acabada La paloma de plata, escrita por el año 1909… buscando un agravamiento de la demencia de Andréi, me salté la posterior Petersburgo, escrita alrededor de 1913, recomendada por Nabokov y que queda para otro día… y he acabado en 1916, con Yo, Kótik Letáiev… miñanai, qué comienzo abrasador, qué descontrol: Herr Doktor, este tipo se está saltando su medicación... Tremendo… menos mal que no lo internaron en el cuarto oscuro y le dejaron escribir al Gachó Biély o Bely o Biéli...

En Yo, Kótik Letáiev ya no queda ni rastro del edificio siglo diecinueve… todo se lo ha cargado Herr Biéli… la mano perturbadora de Andréi campa a sus anchas, de trompo en derrapada… el librajo es un truco, un enigma, una advertencia en clave Rudolf Steiner, con eso está todo dicho… no sé, las Memorias de Abajo de Frau Carrington parecen una nana dedicada a la cordura… de las habitaciones salen laberintos y de las manos, hilos de luz que no se ven, que existen pero que no suceden.

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