jueves, 8 de octubre de 2015

Nooteboom/ ¡Mukusei!/ Rituales... en Santiago

De Cees Nooteboom, el hombre candidato al premio, me contaron hace tiempo sus supuestas excelencias… y me dijeron que me pusiera con él, que me iba a gustar, especialmente a mí…  cosa que, lo del “especialmente a mí”, me dejó sin saber qué pensar… a estas alturas, años después, sigo sin tener idea…

De aquella me pillé el de cubierta más bonita, puestos a curiosear mejor hacerlo en plan enamorados… de siempre preferí un sorbete de vainilla a un cardo. Resultó, al final, que de La historia siguiente lo mejor era la cubierta… también alguna que otra andanada, lanzada a discreción, sin pensarse mucho las consecuencias, de verdades de verdad, de las que duelen si te eligen o si te rechazan, de las que hacen pupa si te dan de lleno lo mismo que si pasan de largo y te dejan tirado… de las que no hay cómo encontrarles su lado bueno.

Mientras seguía pensando en el “especialmente a…”, tics de la vanidad… me puse con un segundo librajo de Herr Nooteboom… miña nai, qué despliegue. A las dos páginas estaba de rodillas, en posición de seguridad, bajo un pupitre imaginario, sin tener muy claro si lo que hacía era protegerme de un terremoto o de un kilotón de rabia plutónica… Rituales se me quedó grabado entre los miedos que nunca se te olvidan. Qué cosa… Arnold y Philip Taads, de la somanta que me cayó leyéndome sus soledades, vaya dos personajes, me quedé acojonado para siempre… impresionante. Para romper timideces os adelanto que entre Philip y Arnold se plantea la cuestión de cuál de los dos es el hombre más solitario de Holanda…

Luego se lo comenté al que me había recomendado al tipo Cees… y va y me cuenta que Rituales mucho menos, que el que le gustaba era La historia siguiente…

“Especialmente a mí” me llevó por otros trallazos del Gachó Cees, pronunciado Nogal… El desvío a Santiago, en plan edición lujuriosa, es una auténtica borrachera, un festín, con algunos barruntos increíbles como su fijación por cierto libro: Estampas de Zurbarán, de Andrés Calzada y Luys Santa Marina, año 1929… o por Walter Muir Whitehill y sus catálogos del Románico… Nooteboom es contagioso y el libro de Zurbarán me lo topé en la librería Vetusta, en Compostela, bonito y caro, allí quedó… de Walter Muir no hay quien consiga ver nada.

Tuve más tropezones Nooteboom… el Herr de los Países Bajos se sabe de carrerilla lo que otros ni pueden imaginar. En otras joyas, como ¡Mokusei!, te vuelve a tocar las congojas. Desde dónde dispara este pájaro… y de qué son sus explosiones en el aire… cosa seria, asunto espinoso, artistazo…

¡Mukosei! tuve la suerte de no verme obligado a leerlo debajo del pupitre; se agradece… no salen ni Arnold ni Philip Taads, pero cuidado con qué os vais a topar… Las Geometrías del Amor en ¡Mokusei! inquietan, reverberan… una pasada. La chica, el Monte Fuji, el prota, la ida de olla, sus fotos… el sinsentido… moito Nooteboom. Pon orden, Cees… que me asfixio. 

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