viernes, 1 de marzo de 2013

Quién aguanta esto... IV

Hace una semana sonó el teléfono de casa. Lo cogí y nadie me habló. Lo colgué mosqueado… y al momento intuí que quizá me llamaba él. Levanté el auricular de nuevo, devolví la llamada, y cuando al tercer ring contesto él, porque sí, era él, yo me quedé callado…

Cosa que le dio igual porque él se puso a decirme que de qué me iba y que si quería guerra la iba a tener y que estaba hasta los mismísimos estribos de la catenaria… y va y me suelta que me pare a ver y a escuchar el video que me manda por no sé qué tipo de ciencia infusa y hay que joderse con el asunto porque a la vez que me digo a mí mismo que vaya chorrada eso de que me diga él por teléfono que me ponga a ver no sé qué video que me manda por ciencia infusa, porque no me diréis que la chorrada no es mayúscula, pues resulta que así como él me lo dice y al mismo tiempo que a mí me da la risa al escucharle decir la estupidez esa de que me envía un vídeo musical por ciencia inf… pues resulta que a la vez empiezo a ver el vídeo que él me manda y lo veo con una rara e integral sensación de ser el elegido único para ver el dichoso video que me manda y con el que quiere que me derrumbe cosa que yo hago al segundo de empezar a verlo ya que antes de pasado ese segundo la cosa fue distinta de ahí que se pueda dividir la experiencia del visionado por ciencia no sé qué del video que me manda en las dos partes que a continuación se indican: lo que sentí durante el primer segundo y lo demás…

Y entonces empieza el cronómetro con su terrible totalizador… y a lo largo de ese primer segundo voy y me doy cuenta de qué grupo es y de qué canción es y de los demás datos relevantes y me entra una inmensa alegría igual a la que me invadía cuando HACE MÁS DE VEINTICINCO AÑOS yo disfrutaba y enloquecía y me iluminaba y soñaba y me comía el futuro y luego me lo volvía a comer sin indigestarme y hacía todas esas cosas tan globales y expansivas al escuchar la canción de marras hace ahora más o menos veinticinco años y aquello sí que era un subidón recreativo lo mismo que otros llaman felicidad… pero es que resulta que pasado ese insignificante segundo de alegría, y ya estamos en la segunda parte de la experiencia, se me vino encima un infinito resto de tiempo lleno y rebosante de otra cosa totalmente distinta y opuesta a la alegría, de esto que pasado ese segundo de presentación fui consciente de que la alegría MÁS DE VEINTICINCO AÑOS DESPUÉS es algo muy distinto de lo que fue antes y entonces de verdad que es mejor no ver el video ni escuchar la canción y sólo a alguien tan rencoroso como a él se le podría haber ocurrido eso de mandarme el video por ciencia infusa para que me derrumbe tras un primer segundo en el que la alegría se presenta como un espejismo para que pasado ese segundo se venga luego encima de nuestro cuerpo tumbado en el sofá ese otro tiempo inmenso y tectónico y devorador de presencias que nos va a dejar como quien dice sin ser capaces de contestar una simple llamada telefónica…

Lo del tiempo inmenso y tectónico y devorador de presencias es lo más simple y comprensible del maremágnum de plomo que todo lo invade en el que me vi hundido a lo largo de la segunda parte de la experiencia de escuchar y ver el video musical que me mandó él con la particular y criminal intención de que yo me derrumbase a pesar de que yo no le dije nada por teléfono cosa que le dio igual pues se ve que no le hacía falta apenas provocación para… segunda parte de la experiencia que se podría acotar como un infierno en el que se incuba y resplandece todo lo negativo y desinflado y bajo y plano y ramplón y todas esas abrumadoras cantidades de cosas sólo calificables como de color gris igual que la morrena para que así lo pueda entender cualquier hipotético interlocutor de uno y recalco lo de hipotético interlocutor porque eso del gris se aplica también a nuestra geológica situación de estar encofrados en un desierto en el que nadie nos habla ni nos ve ni se interesa por nosotros ni nada de nada salvo desechos minerales pardos y oscuros que caen del cielo porque vienen del espacio exterior y que dificultan desde la respiración hasta el sueño o el discernimiento con lo que de verdad os digo que me cuesta mucho poder explicar de manera que se pueda asimilar sin desesperarse esa monstruosa diferencia entra la primera parte de la experiencia y la segunda parte de la misma lo que viene a ser lo mismo que la diferencia entre la alegría y esa otra cosa que es lo opuesto a la alegría y que puede ser la misma alegría apenas pasado un tiempo pues bien sabéis que no es necesario esperar veinticinco años para ello que llega con mucho menos tiempo para que eso que era felicidad inmensa se transforme en un triste mecanismo devorador de presencias que de un trompicón nos envía a un desierto gris en el que como encadenados en cemento vemos caer piedras del techo…

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