sábado, 30 de marzo de 2013

Guías atlas

Judith Schalansky
Hace ya un par de años que me extravié en una especie de competición de islas remotas y distantes, islas a las que no es necesario ir, hasta ellas, para estar perdido, en ellas… juego estúpido de palabras que realmente no lo es porque, aunque lo parezca, luego resulta que ya no está tan claro una vez que nos vamos como centrando en nuestro pavor y al final pasa que nos acaba dando un ataque de espanto cuando caemos en la puñetera cuenta de que nos hemos perdido hasta en ellas…

Tengo atravesada desde hace ese mismo tiempo, dos años, la guía para tarados, resumen políglota e incomprensible de la competición y del juego de palabras, artilugio editorial al que llaman Atlas de bolsillo de las islas remotas islas en las que nunca se está, ni se estará, ni se ha estado…

Hay una tipa que le sacó una foto a cada uno de los mapas, a cada una de las cartas que sitúan los dichosos puntos rocosos en medio de la inmensidad, rodeados de distancia azul… lo mismo que en el globo terráqueo pero en dos dimensiones… puntos en medio de la distancia que no son otra cosa topográfica que esas 50 islas maremotas luego, la misma tipa amplió las fotos de las cartas para, a continuación, hacer un posado colectivo de todas juntas colgadas en una estantería repleta de libros… y añadirle los derechos de autor y no sé qué más ideas que habrá tenido la rapaza… no la entiendo.

Una de las versiones de verdad de la guía atlas de bolsillo se editó hace unos treinta años en portada celeste, no amarilla, aquí, en plan análisis detallado, obsesivo, cartográfico… las islas, en vez de estar perdidas en una distancia horizontal y pelágica, estaban incrustadas en ella, a machete, por la quilla, sumergidas en esa líquida distancia… pero cerca, visibles desde la costa si uno sabe dónde colocarse y en qué dirección mirar… hundidas… localizable el punto exacto desde el mismísimo patio del colegio… cosa que tampoco entiendo.

A estas alturas el libro de Baña Heim, una pequeña joya, canta en solitario… y cierra los ojos de noche porque se titula como se titula… para hacerse con él hay que chapotear un par de largos, esquivar importantes temores y tragar un poco de sal… luego se cogen los mapas del catálogo de las islas metálicas incrustadas en la vertical dentro de la cosa líquida, se amplían, se ojean, y se hace con ellos, con los mapas, un posado deliberado en alguna estantería de casa… y se va uno de excursión por la costa y sin entender una palabra.

Otra versión de verdad de la guía atlas de bolsillo se editó, también, hace unas décadas por estos lares: As pallozas… de Mark Gimson, guía dedicada a otras distancias, más sólidas, tectónicas, robustas, techo del mundo, Ferrínya os he hablado del tema…


















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