miércoles, 26 de septiembre de 2012

Celine/Cartas de la cárcel

Menos mal que el librito está editado con algo de gusto que, si no, el cabreo podría ser monumental… esto para quien esperara encontrarse en las cartas de Celine lo mismo, o por lo menos algo parecido, a lo que abunda en varios de sus libros: la gastroenteritis más absoluta

Pero resulta que Louis Ferdinand no vomitó en las cartas que le mandaba, así como cada dos días, a su abogado danés y a su mujer a través de aquél, mientras pasaba frío y miedo en las celdas de Copenhague esperando su extradición a la grandeur para su posterior e inevitable eliminación sumaria… por lo que, en vez de vomitar, a lo mejor una de cada cincuenta, lo que hace en las demás es…

Para el que no esperara encontrar lo mismo que en sus libros… el cabreo también está más que garantizado, que aún así las cartas son en su inmensa mayoría repetitivas y aburridas hasta el acople, qué menos en esas circunstancias, escritas cada dos días y acojonado el Destouches hasta el tuétano con la horca o el garrote o la guillotina… dándole hasta la ofuscación mil vueltas a lo mismo y entonces dedicándose a hacerle la pelota al letrado con el sácame de aquí y mira que me quieren matar por venganza y envidia y resentimiento artístico y mira que lo que de mí se dice es todo una infamia y mira cómo otros, esos sí que mofletudos colaboracionistas de verdad, están ya en la academia francesa y aquí el que sabe escribir soy yo y voy y me pudro a marchas forzadas y me quieren matar y esos son unos envidiosos mediocres adscritos al sol que más los engorda y venga a repetir sus razones, varias indiscutibles…

Y resulta de las cartas que el tío no es el que podría parecer, y como que se hace necesario un poco de claridad sobre el asunto, que, en parte, el mito luciferino se nos evapora entre las manos y casi es mejor dejar de leerle las cartas a Louis Ferdinand y prenderles fuego y olvidarse de todo y yo mi libro ya lo regalé y ya estoy con sus novelas de nuevo y ya me tranquilizo pero carajo, Louis, s`il vous plait, a qué viene eso de ser como quien dice un tipo tan decente como otro cualquiera en lo personal y en eso de la manera de desenvolverte en tus asuntos propios... con lo que en el fondo resulta que eres algo distinto a esa manera de ser y de ir por la vida que parece que te caracteriza según leemos en tus libros, cosa totalmente lógica y comprensible, me refiero a que no seas el mismo que en tus libros, normal, que en eso consiste muchas veces lo de escribir novelas que si no… o será que en las dichosas cartas hacías un esfuerzo por contemporizar que no es para menos que estaba en juego tu vida y llevabas las de perder, normal... o será que las que son de mentira son las cartas que las novelas no tienen pinta de tramposas... da igual... pero déjate de cartitas naive de una santa vez y manos a la obra con tus novelas mayúsculas que enchironado otra cosa no pero tiempo… que después de esto de tus Cartas de la cárcel sólo me faltaba enterarme de que Thomas Bernhard era un tipo sociable… y entonces sí que es el fin del mundo…

lunes, 24 de septiembre de 2012

W. Borchert y un agujero negro

Nos cogemos un mapa y situamos Hamburgo, Luneburgo y sus landas, Walsrode y alguna que otra palabrota más… y tenemos el agujero negro del que nos hablan ciertos escritores alados en sus artilugios escritos sobre qué es eso de ver venir el desbocado fin de los tiempos hacía uno mismo; y loquear de miedo o de indiferencia; y suicidarse o coger el fusil; y juntar los pies en posición de firmes o meterle un corte de mangas magiar al primer milico a la vista; y… WG Sebald y Arno Schmidt y Hans Erich Nossack y Wolfgang Borchert; y le dan vueltas y revueltas, cada uno a su manera, a lo que pasó durante y poco después de la 2ª Cosa Esa… en el sitio elegido sobre el que coinciden los cuatro autores y sus libros y que vendría a ser Hamburgo y sus alrededores, el Elba y…

Para la descripción del profundo agujero negro tapiado de bazofia hasta la escotilla tenemos, siguiendo el mismo orden utilizado para nombrar los escritores, los siguientes librajos/ catálogos/ manuales:

Sobre la historia natural de la destrucción.
El brezal de Brand y Momentos de la vida de un fauno.
El hundimiento (Hamburgo 1943).
Cuentos completos y Fuera, delante de la puerta.

El primero es una pasada, un nueve
El segundo y el tercero son otra pasada, sendos nueves
El cuarto más flojito, un seis…
El quinto, un nueve… y el sexto, un siete…

Lo mejor del mejunje anterior es que entre ellos hay tantas diferencias como las que habría entre quien, a bordo de la pílula voladora B29, se dedica a arrojar las bombas que van a achicharrar a los de abajo, y quienes abajo, a bordo de su disentería pánica, ven venir la bomba incendiaria con su nombre bien apuntado en brillante plaquita RIP peligro de explosión inminente…

Con Sebald/Schmidt/Nossack ya hemos hecho alguna que otra empanada de berberechos en este blog… pero con Wolfgang Borchert, no…

Manda narices que el tipo Wolfgang este se haya ido con 26 añitos y en tan sólo dos años haya tenido tiempo para escribir esos increibles RELATOS, algunos realmente memorables… y también su Fuera, delante de la puerta… pero es que esos relatos lo dejan a uno con la cosa del thinking más bien congestionada, pensándose, y mirar que os hablo en serio, que no puede ser, meu, que ya estamos con otra trampa editorial, que no puede ser que a la gente le salgan según qué cosas a según qué edades… es que no puede ser, que es como ganarle al etíope campeón de todo lo atlético que existe y además elegante, pues ganarle un maratón con sólo siete años, a ver, decidme algo ahora…

Entonces, para convencerme de que no es una treta editorial yo me leo los relatos del fenómeno Borchert como si el gachó no tuviera 24 tacos cuando los escribió, venga ya, hombre! imposible, sino unos cuarenta y pico… y así la cosa me sigue gustando y encantando lo mismo y además no me marea ni confunde ni me pongo a elucubrar y desconfiar convencido de que esto tiene que ser una cámara oculta o un montaje del trust…

Sin embargo, he descubierto en algunos personajes un fenómeno inverso… y también el contrario a éste, gente desorientada, que se podría decir... A ver, que hay quien flipa con Borchert porque escribió lo que escribió antes de los 25… pero a las claras también nos cuentan estos mismos espíritus ilustrados que si esos relatos los hubiera escrito con cuarenta y pico años no les gustarían… cuidado con el tema, que a estos tipos una patada en todas las pelotas/güivos les duele si se la da - arrea un tipo rubio, pero no se enteran del dolor si el tipo es moreno… cosa seria, porque mira que las patadas en los güi duelen a dios y a su madre y ello con independencia de si el tipo que nos la arrea es veinteañero y cincuentón, que esas partes tienen así como bastante sensibilidad, que no los cerebros de estos ilustrados para la lectura que les piden primero las credenciales al autor y luego deciden si les ha dolido el patadón digo gustado el libro, que vale para uno de treinta pero no para uno de cuarenta, que en ese caso ya no es bueno el mismo libro que antes sí lo era…

Lo mejor es que cada uno de vosotros probéis (yo ya lo he hecho) a que os den dos patadas en las pelotas, ojo! en todas las que tengáis… la primera un chaval de quinto curso fan acérrimo de Wolfgang Borchert, y la siguiente, si es que aún podéis con vuestra sombra, un tractorista de ciento veinte kilos fan acérrimo de dar patadas en los güivos a imbéciles como nosotros… ¿Ya lo habéis hecho? ¿A que duelen lo mismo?... si es que es de cajón… pues estos ilustradísimos lectores después del abrupto shock genital no tienen claro si les están doliendo los huevos o no, y van y preguntan y si se enteran de que la patada se la dio uno tipo que, en vez de 25, tiene 45 años, pues entonces ya no les duele lo que antes les hizo ver las estrellas… es como milagroso… qué envidia… cuestión extrasensorial y casi tántrica… y les pasa lo mismo con los impresionantes cuentos de WBorchert

jueves, 20 de septiembre de 2012

¿Más Todtnauberg? NO!!

Volvimos a Todtnauberg… ¿? cuidado con la estupidez… y encima va y lo cuenta… en plan de ésta sí que no se me escapa retratar la guarida del Ogro, que para eso lo tengo todo preparado, que consulto el tiempo online y espero el día idóneo, por la absoluta ausencia de nubes, y me dejo caer por la comarca bien pertrechado de pedantería e idiotez y cámara de fotos y una cierta y vaga idea de no irme a parar ante amenazantes carteles de prohibido el paso como ya hice, acojonado y flojo, hace un tiempo, ocasión en que parecidos impulsos nos subieron al coche y alienaron kilométricamente:  (clic aquí)...

No señor, que de esta vez la cosa llamada estupidez me lleva hasta la cocina su madre, barra libre, frei alkohol, a cara descubierta, a plena luz del día, achtung, meu! tres escalones, bonita cabaña, preciosa la fuente de madera… sí que es bonita la dichosa fuente con su estrella cuadrada bien labrada en sabe dios qué madera noble y resistente… jopé el Ogro, cómo se las gastaba, vaya vecindario y qué paseos que se largaba por el sendero panorámico, ahora señalizado para turistas, cosa ciertamente atacante, y que recorrimos cumplidamente, pues eso… y otra vez el poeta que se me viene al magín, que qué carajo pintaba aquí el abúlico, y genial, Paul Celan, es que no se entiende, mejor tirarse al Sena un día de crecida y sin saber nadar… del encuentro entre el Ogro Martin, la cabaña, la fuente y el Abúlico genial hay testimonios de todo tipo… creíbles e increíbles, impresos y filmados, y todo a la venta… pa tirarse al Sena, vamos

Luego está la cuestión del miedo, que eso de la desobediencia, pasadas determinadas latitudes donde se acostumbra a cumplir la norma así como voluntariamente y sin coacción, lleva a que se sienta con un poco más de rigor montuno, el miedo digo… de esto que te cogen haciendo una inocente fotito en la cabaña del Ogro, trastada absolutamente estúpida y desaconsejada en idioma tedesco, entiéndaseme que en indiscutible y anunciadísima propiedad privada, y estos tipos rubios van y encienden las hogueras, sacan la marmita y se te ponen a festejar la noche de Walpurgis a fuego lento y punto de cocción propiamente calculado para que el suplicio seborreico dure hasta el amanecer…

Entonces estaría bien pensar qué harían con el tipo este que ni me atrevo a colgar su foto, que os pongo el enlace (pinchad aquí), que va el gachó y en vez de hacerse una fotito inocente prefiere encaramarse despelotado al techo de la dichosa cabaña del Ogro para que lo retraten... enmascarado, eso sí… con lo que pierde nuestra inicial admiración, que esa foto o se hace a cara descubierta o no se hace, atontado, Tonetti, panoli…


martes, 18 de septiembre de 2012

Arno es un raro Schmidt

Durante el veraneo me quedé asolagado con los libros de este tipo que, según a quién preguntemos, o es un genio o es un fraude ilegible…

De carrerilla me despaché Momentos de la vida de un fauno, El brezal de Brand y Espejos negros. Tremenda cosa escrita, en plan os voy a sorprender, en plan el caos propio de la guerra world war por las tambaleantes alemanias hechas añicos, en plan sálvese quien pueda que esto es el fin wagneriano pormenorizado e insuperable, todos a la gresca por sobrevivir a los trompetazos de plomo, patán chispún, gili el último…

En el espectacular manual del achicharramiento colectivo de WG Sebald, Sobre la historia natural de la destrucción, que ya debí leer cuatro veces, su autor se enfada con el punto de vista de Arno Schmidt, que de documental tiene poco, nos dice WG, para, acto seguido, mentarle la bicha al tío raro este… Y lo de documental, para Sebald, en determinado momento, hasta las narices el hombre de panegíricos y elegías y panfletos y victimismos y exabruptos y exageraciones sobre la 2ºGM, pues nos dice que era lo necesario e indispensable y óptimo e ideal, que su razón lleva, no me diréis, aunque sólo sea por compensar cierto rollo barroco literario… de ahí que idolatre unos libros que, valdrán como documental, que no digo que no, pero es que como libros pinchan sin remedio, que no todos, pero sí algunos, que no por ser documentales van a ser buenos, o malos, que habrá de todo… por no decir que por el camino del sobrio documental, meu, uno tendría que descartar las exageradas andanzas de nuestro atroz Celine o las alucinadas e intergalácticas cuitas de Vonnegut, o de Lind, o de Weiss, etc.… y perderse tales cosas por no sé qué ausencia de espíritu sobrio, veraz y documentalista ¿? es una chorrada morrocotuda, se me ocurre…

Y aunque lo que no se me ocurre es discutirle el discurso a WG, os digo bien clarito que qué carajo me importará a mí lo del documental ante el espectáculo que es la trilogía de Arno Schmidt, descomunales y gloriosos arrebatos garabateados… cogedlo y me diréis, es que entra por los ojos… abrid cualquiera de los libros, que si las cursivas, que si los pequeños párrafos, que si los encabezamientos, que si el sangrado, que si todo es una virguería, en sentido literal… una cosa que entra por la vista y que luego engancha y entretiene y sarna con gusto no pica pero mortifica… y me dice uno que si experimental,  el otro que si Louis Destouches a la pangermánica, el otro que si pretencioso y el otro que si abstruso… lo que quieras, pero dejémonos de buscarle tres pies al micho y vayamos al grano, que estos libros son para comérselos a cucharadas soperas bien llenas hasta arriba los topes traga y no digas nada, maula…

…y eso, la trilogía, es nada si lo comparamos con la parte inembargable digo inenarrable de sus majaderías, unos libros, aunque hay quien dice que son Atlas, que pasan cada uno de ocho kilos de peso y de nosécuántos eurazos de precio, en plan estoy guillado con lo que hago, pero sé que a algunos individuos dejo temblando con lo que de distinto tiene mi rollo creativo, y os pongo los libros artísticos a quinientos prohibitivos e insultantes euros el ejemplar, y a joderse, amigos… que uno se encuentra con El sueño de Zettel (o El sueño de la ficha/nota, según se quiera) en una biblioteca y, ante semejante joya, se dice, carajo, tengo que ahorrar, o robar, o lo que sea, que me quiero llevar a casa conmigo a este Arno y a su obsesión por las fichas/notas y por Poe… y ante lo bonítísimo que le queda todo a Schmidt, os pongo unas fotitos del objeto

Y un enlace de un librito decorativo sobre el obsesionado de las fichas y sobre sus fichas, y sobre la casa donde las paría, todo muy caro, supongo, y muy bonito, y algo afectado… veréis las fichas/notas del enfermo (pinchad aquí)

Continuará el tema este, que la única duda que albergo es la relativa a ahorrar o robar



















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