martes, 18 de septiembre de 2012

Arno es un raro Schmidt

Durante el veraneo me quedé asolagado con los libros de este tipo que, según a quién preguntemos, o es un genio o es un fraude ilegible…

De carrerilla me despaché Momentos de la vida de un fauno, El brezal de Brand y Espejos negros. Tremenda cosa escrita, en plan os voy a sorprender, en plan el caos propio de la guerra world war por las tambaleantes alemanias hechas añicos, en plan sálvese quien pueda que esto es el fin wagneriano pormenorizado e insuperable, todos a la gresca por sobrevivir a los trompetazos de plomo, patán chispún, gili el último…

En el espectacular manual del achicharramiento colectivo de WG Sebald, Sobre la historia natural de la destrucción, que ya debí leer cuatro veces, su autor se enfada con el punto de vista de Arno Schmidt, que de documental tiene poco, nos dice WG, para, acto seguido, mentarle la bicha al tío raro este… Y lo de documental, para Sebald, en determinado momento, hasta las narices el hombre de panegíricos y elegías y panfletos y victimismos y exabruptos y exageraciones sobre la 2ºGM, pues nos dice que era lo necesario e indispensable y óptimo e ideal, que su razón lleva, no me diréis, aunque sólo sea por compensar cierto rollo barroco literario… de ahí que idolatre unos libros que, valdrán como documental, que no digo que no, pero es que como libros pinchan sin remedio, que no todos, pero sí algunos, que no por ser documentales van a ser buenos, o malos, que habrá de todo… por no decir que por el camino del sobrio documental, meu, uno tendría que descartar las exageradas andanzas de nuestro atroz Celine o las alucinadas e intergalácticas cuitas de Vonnegut, o de Lind, o de Weiss, etc.… y perderse tales cosas por no sé qué ausencia de espíritu sobrio, veraz y documentalista ¿? es una chorrada morrocotuda, se me ocurre…

Y aunque lo que no se me ocurre es discutirle el discurso a WG, os digo bien clarito que qué carajo me importará a mí lo del documental ante el espectáculo que es la trilogía de Arno Schmidt, descomunales y gloriosos arrebatos garabateados… cogedlo y me diréis, es que entra por los ojos… abrid cualquiera de los libros, que si las cursivas, que si los pequeños párrafos, que si los encabezamientos, que si el sangrado, que si todo es una virguería, en sentido literal… una cosa que entra por la vista y que luego engancha y entretiene y sarna con gusto no pica pero mortifica… y me dice uno que si experimental,  el otro que si Louis Destouches a la pangermánica, el otro que si pretencioso y el otro que si abstruso… lo que quieras, pero dejémonos de buscarle tres pies al micho y vayamos al grano, que estos libros son para comérselos a cucharadas soperas bien llenas hasta arriba los topes traga y no digas nada, maula…

…y eso, la trilogía, es nada si lo comparamos con la parte inembargable digo inenarrable de sus majaderías, unos libros, aunque hay quien dice que son Atlas, que pasan cada uno de ocho kilos de peso y de nosécuántos eurazos de precio, en plan estoy guillado con lo que hago, pero sé que a algunos individuos dejo temblando con lo que de distinto tiene mi rollo creativo, y os pongo los libros artísticos a quinientos prohibitivos e insultantes euros el ejemplar, y a joderse, amigos… que uno se encuentra con El sueño de Zettel (o El sueño de la ficha/nota, según se quiera) en una biblioteca y, ante semejante joya, se dice, carajo, tengo que ahorrar, o robar, o lo que sea, que me quiero llevar a casa conmigo a este Arno y a su obsesión por las fichas/notas y por Poe… y ante lo bonítísimo que le queda todo a Schmidt, os pongo unas fotitos del objeto

Y un enlace de un librito decorativo sobre el obsesionado de las fichas y sobre sus fichas, y sobre la casa donde las paría, todo muy caro, supongo, y muy bonito, y algo afectado… veréis las fichas/notas del enfermo (pinchad aquí)

Continuará el tema este, que la única duda que albergo es la relativa a ahorrar o robar



















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