sábado, 25 de febrero de 2012

Tan triste como ella...

Toma tremendo libro, monumental silabario, que me acaba de dejar temblando, así como sin saber por qué carajo no me había leído yo esto antes, preguntándome por qué nadie me lo había recomendado, por qué nadie se dedicó en ventilar sus grandezas a los cuatro vientos…

Herr Onetti tiene una fórmula secreta que según el cómo, el cuándo, el quién y el porqué de sus lectores, los puede llevar, nos puede llevar, de manera inevitable, a la debacle emocional y afectiva más estrepitosa. Andaros con ojo… A ver, me explico: si os acaba de dejar la chavala, ni se os pase por la cabeza leer a este monstruo uruguayo, por lo menos no el mentado Tan triste como ella y otros cuentos… porque, aparte de que os va a encantar, además de que lo leeréis dos o tres veces seguidas, descontando, también, otras chiribitas y exaltaciones del gusto, las formulitas propiamente Onettianas, contenidas repetidamente y sin rubor en estos relatos, qué bueno el tipo, qué personalísimo, si parece un elegido total, cómo juega con lo incomprensible, dándole esquinazo al normal devenir de las cosas, que este tío es un fenómeno… os decía que sus formulitas de portento adoraticio os harán mucho daño, mucha pupa emocional, que os dedicaréis a pasarlo todo por el tamiz sensiblero bucólico enamoradizo de vuestros momentos estelares… que el libro este, aparte de encantaros, os va a tocar esa fibra que ya sabéis a qué me refiero… 

Que os advierto que Juan Carlos Onetti, según sean vuestro cómo, cuándo, quién y porqué, os puede arrastrar por el río de la obsesión sensitivo repetitiva. Y entonces, algunos os podréis bañar en los amenos y divertidos recuerdos que os vendrán a la cabeza mientras pasáis las páginas del magnífico libro, qué suerte en este caso... Pero otros, dejadlo, hacedme caso, no lo leáis, poneros con cualquiera menos con éste, lo más probable será que Tan triste como Onetti os zambulla y sumerja, de golpe y porrazo, en el ponzoñoso e insatisfecho recuerdo de lo dejado sin hacer, de la oportunidad desbaratada, y cómo duele eso… O en el, aún peor, castrante y bulímico recuerdo de lo perdido… ahí me mataste, meu!… Jopé, qué panorama la formulita Onettiana. Yo paso, que no estoy para grandes escarpaduras.

A ver, que es posible que me esté explicando de manera algo hermética. Coged vuestros discos de The Smiths… ya me entendéis. Poned seguidas: 1) Well I wonder 2) This night has opened my eyes 3) I know it´s over… me he pasado, esto es demasiado, que nos pueden venir aspiraciones protosuicidas al por mayor… Tranquilos, probad con otras canciones igual de geniales pero con algo más de tempo vital: 1) This charming man (versión de Hatful of hollow) 2) There is a light that never goes out 3) Half a person… Y aunque compararlo con The Smiths es una morrocotuda exageración, que Marr y Morrissey vienen siendo de lo máximo que ha habido, el caso es que Juan Carlos Onetti está dotado de una sulfurosa varita de la congoja total, y se dedica a escribir unos relatos monumentales, que uno los lee y se pregunta: coño Juanca, de dónde sale esto, quién carajo te contó todas estas interioridades mías… y a qué viene airearlas así…cómo me haces esto tú a mí… a qué viene hipnotizarme de esta manera… ni que fueras: pinchad aquí

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