miércoles, 20 de julio de 2011

The Buenos Aires affair



Manuel ¿Puij? ¿Puch? no falla. Todo lo contrario, me acabo de leer The Buenos Aires affair y es, de las cinco que he leído, la que más me ha gustado de sus personalísimas novelas, que ya me tenían totalmente entregado. Y es que es una maravilla. Es un postre fresco y sorprendente. Y sabiendo que es fresco y sorprendente, cada vez que saboreo otro de sus preparados de sobremesa me parecen aún más frescos y sorprendentes. A lo mejor a otros les resultan ligeros, afectados, yo qué sé, pero a mí, no. El caso es que en esta nueva entrega las sorpresas y el frescor chapotean hasta empaparnos. Y sin enterarnos nos tragamos la última cucharadita de la delicia. The Buenos Aires affair es del año 1973. Anterior a su irrupción por estos europeos lares. Con esta virguería ya publicada en Argentina, por aquí, editoriales y amanuenses, se dedicaron a mentarle la hombría a Manuel, a criticarle la escritura de lo mal que, según ellos, lo hacía, y a dedicarle el rosario de improperios de que ya hablamos.

Paciencia Manuel, que tú vales de verdad. Y además de valer, que valen otros, contigo la providencia se marcará uno de esos tantos justiciantes que le dejan cara de menos mal! a esos que te quieren y valoran. Trallazo por toda la escuadra, descomunal y refrescante apertura de ventanas, venga un poco de flan, natillas, fresas con sirope, sentados en la terraza mirando el mar un azulísimo día de primavera a media tarde brisa terral y juegos de piel con visillos y restos de sal del baño de hace un rato yo no me muevo que aquí se está como en el paraíso. Que es lo mismo que nombrarte a ti, Manuel, lumbrera.

Quien te debía tener algo de inquina, o no te entendía de la misma manera en que yo lo hago, será que yo te leo en la terraza mirando el hola y adiós del oleaje y él lo hace dentro de un bunker de formica, es el sórdido personaje al que encargaron los comentarios de contraportada tus editores. ¿Le has echado un vistazo a lo que de tu libro cuenta este individuo? ¿No será que se ha tragado, sin querer, un monumental tratado de metafísica tedesca en braille o esperanto? Leyendo dichos comentarios ¿quién puede pensar en un postre fresco y sorprendente? Parece que están hablando de un atracón de aceite de ricino y criadillas crudas, con náuseas, acidez de estómago, retortijones patinbaixin y demás síntomas que suelen acompañar la lectura de tratados de metafísica tedesca sin ingerir, previamente, protectores estomacales tipo omeprazol.

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