martes, 16 de noviembre de 2010

Desubicados, exiliados y apátridas


Para distribuir o colocar algo por orden alfabético hay que conocer dicho orden. Así de sencillo. De no saberlo, mejor es ordenar en base a otros criterios. Si quisiéramos ordenar escritores por nacionalidades, tendríamos que conocer las mismas. Para facilitar el asunto, podríamos clasificar más genéricamente la citada mercancía como “hispánica” y “extranjera”. Aunque con ganas de marear lo anterior resulta matizable, tal es el criterio que han decidido seguir en un FlamaNte mACro establecimiento que a veces visito en Coruña… Pues no veáis el jaleo intercontinental que tienen montado. Y, viendo que sus indescriptibles dependientes, en vez de atendiendo una tienda en Coruña, parecen estar desfilando en la pasarela más chic de Paris, empiezo a comprender a qué se debe tal bochinche.

No se me ocurriría soltar semejante estupidez sobre la desorientación geográfica de estos tíos si no fuese porque varios de los dependientes de dicho macro-establecimiento (muy bien surtido, por cierto), me tienen alucinado. Personajillos autobombo que semejan ser víctimas de una virulenta alergia a la buena disposición o amabilidad. Portadores todos de un enfado crónico que sólo amaga con desaparecer si a ellos se dirige alguna estrella de relumbrón, pero no cualquiera de nosotros, simples y vulgares clientes ante los que sólo sienten desagrado. El primer día que me pasé por allí, abstraído aún de la estulticia de estos emperifollados seres, lo primero que me llamó la atención ante las vastas estanterías, llenas hasta los topes de mercancía, fue no encontrar ni rastro de varios conocidísimos primeros espadas. Cosa rara, pensé. Posteriormente, y a medida que fui volviendo por la tienda, dichas ausencias fueron a más. Que en aquella vastedad tuviesen semejantes “olvidos” parecía raro. Acabé descubriendo los discretos indicadores de literatura hispánica y extranjera que presiden las innumerables estanterías. Y no es que los emperifollados seres se hubiesen olvidado de tal y cual autor. No, lo que pasaba es que los habían exiliado. Mezcla de chiste y bochorno la cosa… Parado en medio de aquella jungla, y picado por la curiosidad, le di un buen repaso a su particular mapamundi. Había varios desubicados, exiliados y hasta algún que otro apátrida. De muchos me acuerdo: Claudio Magris, Elias Canetti, Alberto Moravia y Albert Camus lucían lozanía en los anaqueles de literatura hispánica. Por el contrario, en extranjera se oculta toda la sarta de “pibes” que os estáis imaginando, y cuyos cosmopolitas cruces y mestizajes familiares deben tener al encargado fashion, que se mira al espejo todo el día y sueña con las pasarelas de Paris, fuera de sí. Todos expulsados de Argentina, Uruguay, etc., y convertidos en extranjeros por su infalible criterio

Tampoco os vayáis a creer que el asunto se solucionó. Ha habido pequeñas correcciones geográficas, pero pocas. Y la cosa va para tres años. Por la zona de música ni curioseo mucho ni estoy muy puesto, pero la que deben tener montada entre “nacional” e “internacional” es de traca.

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