jueves, 1 de abril de 2010

Presto, Pier Paolo


¡Ay Pedro Pablo! Vaya elemento subversivo. Cómo nos haces sufrir. Desde hace años me tiene a sus pies. Y desde hace esos mismos años lucho y suspiro por encontrar esa obra total, maestra, con la que sentir un poco de seguridad en la involuntaria elección, en la atracción descarada por el trasalpino Boloñés. Y no la encuentro, no aparece.

Y da lo mismo. Con otros no lo sé, pero con Pasolini, sí. Es más, habrá, que los hay, aventurados creadores, inocuos, aburridos, irrelevantes y demás preciosidades, que habrán parido otras tantas obras maestras, también inocuas, aburridas, irrelevantes y demás preciosidades

Luego está Pier Paolo, de quien estoy dispuesto a admitir, después de leído y visto bastante de su obra, que es posible que no haya llegado a parir, en concreto, una obra de éstas, definitiva; a lo mejor “El evangelio según San Mateo”, no sé. Pero ello resulta mera anécdota en el caso del portento italiano.

Su fuerza y vitalidad escandalosas, su chirriar ante el orden establecido, su incomodidad ante convenciones de todo tipo, su genialidad, su blanco y negro, la realidad que veía él dónde otros vivían a mandíbula batiente cinismo e hipocresía. Sus exabruptos y sus diatribas. Sus intentos arriesgados en casi todo lo que se proponía… Será por el mito, no lo sé, pero los libros de Pier Paolo saben a tierra y huelen a mierda, como los de mi amigo Nikos. Muchas de sus películas (evidentemente no todas, que tener las tiene muy flojas) tienen ese algo de distintas que a quien gustan, gustan mucho… en general merece ser escuchado, leído y visto. Sensibilidad y puntos de vista que aún hoy, a treinta y cinco años de su violenta muerte en un descampado de Ostia, al grito machacón y desmembrador de “cerdo comunista, maricón, guarro”, siguen chirriando en medio del acomodaticio entorno que nos hemos creado. Este tremendo Pier Paolo, eterno indignado, rabioso y escandalizado ante la bazofia circundante es una verdadera pasada.


Bonito entre lo bonito, caro homenaje, es el tramo final del memorable pasear en Vespa de Nanni Moretti por Roma, en su no menos memorable “Caro diario” Presto…

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