lunes, 29 de junio de 2009

Caspar David Friedrich


Vistas las destacadas instantáneas que acompañan la ultima entrega Samaín, cualquiera diría que Caspar David Friedrich ha resucitado. O que su espíritu anida en algunos contemporáneos nuestros. En este segundo supuesto, entre ellos se encontraría M… quien aparte de escalar como una uruga retráctil, es capaz de anotar, glosar y sintetizar en imágenes la confrontación más antigua de la historia de la humanidad. El horizonte, la roca, el hombre, la naturaleza ¿? …

Siguiendo los pasos de nuestro admirado Protomártir, vemos cómo Ma… también es capaz de resumir dos años y medio de diarioprueba en una sola imagen. Qué capacidad, señores.

Para quien se sienta interesado por estupideces de este tipo, debiera ser de obligatoria lectura un delicioso librito de Rafael Argullol, “La atracción del abismo: un itinerario por el paisaje romántico” ilustrado con magníficos cuadros, entre ellos varios de C. D. Friedrich. También el tangencial “El fin del mundo como obra de arte”, ambos editados en la actualidad por El acantilado.

miércoles, 10 de junio de 2009

Kurt Vonnegut y los extraterrestres


Acabo de leer “Matadero cinco” de Kurt Vonnegut y os digo que hasta me da rabia haberle dado caña al desconcertante Kurt en otra entrega, en aquella ocasión tras la lectura del decepcionante “Un hombre sin patria”, porque realmente el libro (Matadero cinco) es memorable. De obligatoria lectura, no lo dudéis.

El amigo Vonnegut fue de los pocos afortunados que salió con vida del Valkiriano bombardeo de Dresde, a comienzos de 1945. Allí se encontraba, junto con otros compatriotas yankis, prisionero de los Nazis tras ser capturado deambulando entre líneas. Aquella orgía de fuego Vonnegut la vivió en el Schlachthof fünf, osease, el matadero nº 5 de la ciudad de Dresde. Cuando acabó el interminable y fáustico redoble, Kurt asomó sus vidriosos ojitos fuera de la cueva y pensó que estaba on the moon.

No es de extrañar que semejante experiencia deje a uno temblando para el resto de su vida. Nació en nuestro protagonista una evidente empatía por una población civil que de la noche a la mañana, y sin ser Dresde objetivo militar, murió achicharrada. A nuestro Kurt nunca le gustaron las patéticas pseudo justificaciones de tal tropelía aliada… con estos y otros datos se podría pensar que el libro que al final iba a salir de sus manos habría de caer de manera inevitable en ciertos clichés casi panfletarios, tan habituales cuando los protagonistas de experiencias de esta índole deciden pasarlas al papel, clichés y actitudes en la mayoría de los casos totalmente comprensibles y justificables.

Pues bien, Kurt es distinto. Es de esos elegidos capaces de regurgitar un libro deslumbrante de una experiencia como la indicada. Cosa realmente difícil debe ser el abstraerse del redoble fáustico, el evitar apabullarnos con las escandalosas cifras y estadísticas de la tropelía, etc., cuando has estado allí. Aún más complicado es hacerlo de manera tal que el resultado sea como el que es en este caso. Merece la pena leerlo. Vonnegut, dotado de una imaginación Cunqueirana, se descuelga con el planeta Trafalmadore, con Kilgore Trout, con la ausencia del tiempo, y realmente deslumbra. Un diez.






viernes, 5 de junio de 2009

Qué mediocridad

Que todo está inventado, o escrito, o lo que se quiera, es una verdad inamovible para una aplastante mayoría. Solo determinados egregios personajes son capaces de contradecir, y hasta dejar en evidencia, dicha máxima.

Que los demás pertenecemos a lo vulgar y mediocre es algo impepinable. Aunque nos dediquemos a soltar ocurrencias y estupideces sui – generis con las que intentar diferenciarnos del main stream, difícil será que alcancemos un milímetro de originalidad… triste realidad que sólo la vanidad y el exhibicionismo nos ayudan a obviar.

Pues bien, ni siquiera a la hora de elegir sobre el mapa, “on the ground”, un punto geográfico en el que situar el peripatético Páramo existencial en el que me arrinconaba al empezar esta patatada hace dos años y medio, acerté. El otro día encontré un libro titulado “El lago Baikal”, …cachindiez!! En él, un desconocido Thomas Strittmatter, sitúa su vía de escape ante una realidad que lo agota y extenúa. Evidentemente el libro no merece la pena… normal en alguien que decide hablar sobre estas cosas con alusiones tan pobres como la del título…


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