lunes, 26 de mayo de 2008

Senderos del Páramo

¿Adónde os lleva el zigzagueante sendero inmortalizado por el Protomártir? ¿Caminasteis por él alguna vez? ¿No?... ¿Hacia qué mundos os guiaría si os decidieseis a pisarlo? A lo mejor ni sabíais que existía, azorados por sobrevivir al diario bombardeo de exigencias y obcecaciones, propias y ajenas, banales o indispensables… Tan real como triste, la actual pérdida de perspectiva consecuencia del modelo “cientificista-utilitario-maduro-laboril”, dogma único y reduccionista, está convirtiendo en pieza de museo cualquier itinerario como el de nuestra delicada foto-metáfora. La hiperventilación que todo lo anega, la productividad y la dedicación cuasi sectarias instauradas como unidades básicas de medida, llenan las listas de espera de especialistas varios, todos ellos relacionados con la salud mental. Maratonianos pacientes, agotados y desorientados, hacen cola en busca de una solución. Solución que no llegará mientras no sean capaces de superar cierta ortodoxa, y asumida como inevitable, estrechez de miras vital. Evidentemente se podrán mejorar determinados síntomas del mal que nos aqueja, pero solo eso. Por el contrario, una simple jornada deambulando por nuestro zigzagueante sendero haría milagros en estos desquiciados pacientes. ¿Qué miedos los cohíben e inmovilizan, imposibilitándoles descubrir nuevos derroteros, cuando los actuales los están machacando?... Tremendas e incomprensibles ofuscaciones los llevan a darse de cabezazos frente a un granítico way of life que desmenuza sin piedad ideales y alternativas, ya sea por pueriles o improductivas. Y lo sorprendente del asunto es que siendo tantos los que sufren las consecuencias de un ritmo y prioridades con las que no se encuentran a gusto, sean por el contrario tan pocos los que deserten. Porque no hay duda de que así como muchos disfrutan en esa desmesura, otros tantos la padecen, la sufren y llevan como buenamente pueden a base de terapias, medicamentos, de hacer deporte, no por afición sino por prescripción, etc., etc.

Si por alguna casualidad o imprevisto, cualquiera de estos meritorios maratonianos de la productividad y el compromiso maduro-laboril, habituales del mal dormir, de las consultas médicas, víctimas del complejo del funambulista, obligados a tirar palante sin parar, pues de hacerlo caerían sin remisión de la cuerda floja sobre la que han decidido vivir, o se han visto obligados a hacerlo, pudiese permitirse un descanso en su tensa realidad, les pasarían básicamente una de estas dos cosas, en medio de un idílico o infernal, según el caso, paseo por nuestra foto-metáfora:

a) se volvería loco de remate pues, por primera vez en su vida, se encontraría a solas consigo mismo, perfecto y fantasmal desconocido que le pondría los pelos de punta y le provocaría la taquicardia definitiva, que, si no acaba con su vida, le hará subirse de nuevo a la cuerda floja y electrificarla para prevenir cualquier voluntarioso intento de que razone, o

b) sobrepuesto del susto inicial, acostumbrado ya a su propia presencia, mandaría a tomar por saco la mitad de esos dogmas de medio pelo que, antes de soltarlo en nuestro pastoril y sublime sendero, lo arrastraron como marioneta descabezada por consultorios, insomnios, gimnasios, estreses, ansiolíticos y demás inventario característico del mainstream actual. Qué alivio sentirá este converso… Al poco tiempo de la descabalgadura, de saltar de la cuerda floja, se reirá de su propia cabezonería y ofuscación. No dará crédito a que durante tanto tiempo no haya sido capaz de por lo menos parar un momento para decidir sobre sí mismo… cosas que pasan, se dirá paseando tranquilamente y sin cobertura en el móvil.

martes, 20 de mayo de 2008

El Páramo en imágenes (reales)

Qué verde sigue siendo nuestro valle… no hay duda. Las emociones se agolpan desordenadas mientras selecciono algunas de las instantáneas de Rodri. Esas anunciadas imágenes reales del Páramo. Un viaje por determinados lugares, algunos reconocibles a la primera, pero también por ambientes y realidades menos tangibles. Dejaros llevar, sentaditos ante vuestros PCs, estimados geypermanes. Cerrad los ojos, imaginad que sois Virgilio redactando sus Bucólicas, que el Back to the roots os va poseyendo. No os resistáis. Olvidaros de vuestros redundantes discursos maduro-laboriles… ¿Para qué tantas prosaicas dedicaciones? ¿A qué ese continuo podar la rama contemplativa que germina en vuestro corazoncito?...


































































Si queréis más de nuestro Protomártir fotográfico, ir a http://www.flickr.com/. El pseudónimo de Rodri es "costadamorte.eu". Os encontraréis con estas fotos y muchas más. Con sus localizaciones y otros datos. También podréis comprobar la fijación de Rodri por determinados temas... como debe ser. Lo que os aseguro, es que no os podéis imaginar cuáles...






Por último, como contrapunto a tanta belleza, aquí tenéis al Protomártir y a Venturín, justo tras finalizar la selección de las fotos. Era tal la emoción que nos tuvimos que dar mutuo sostén, las piernas se nos vencían...

miércoles, 14 de mayo de 2008

Las aventuras amorosas de Gugú y Oink Oink

A colación de lo que os contaba en la última entrega del diarioprueba, me vienen ahora a la cabeza la cantidad de fenómenos paranormales que se producen, no en todos, por supuesto, pero sí en algunos contrayentes matrimoniales. De estos fenómenos paranormales, como también de ciertos episodios de abnegación psicotrópica intensa, o de simples alucinaciones momentáneas, he tenido cumplida cuenta sentado en mi despacho frente a gran variedad de bípedas sensibilidades. También en muchas e impagables jornadas de asistencia al detenido. Fruto de ello es que, en vez de tener una idea serena y madura del matrimonio, estoy, por el contrario, claramente mediatizado y profundamente impresionado por la diversa fenomenología que en tan variadas naturalezas humanas he podido observar, algunas veces con inevitable sonrisa y otras, las más, con pavor y espanto. Debo indicar que, en general, los casos más agudos de este tipo de alienación se producen, he ahí el quid de la cuestión, en contrayentes matrimoniales, o sea, cónyuges, y, en menor medida, en los miembros de relaciones de otro tipo. Aunque estas segundas hayan durado más tiempo o hayan sido más intensas que un matrimonio, el trastorno no se da en ellos de manera tan machacona, y serán precisamente los cónyuges, con independencia de duraciones, intensidades, truculencias, felicidades y desgracias varias, los que darán muestra, palmaria y hasta bochornosa, de toda una serie de anómalos procesos psíquicos, que se pueden definir con una sola palabra…

Hace meses que os comenté que, aún reconociendo que son ideas un poco estrafalarias, estoy convencido de la perentoria necesidad de que como requisito previo al matrimonio, se exija por adelantado a los futuros cónyuges una fianza en contante y sonante metálico. Aventuraba en aquella ocasión la suma de diez mil euros. A día de hoy, dicha cantidad me parece irrisoria si tenemos en cuenta los innumerables resortes oficiales y privados, instituciones, mecanismos de apoyo, administraciones y profesionales, etc., etc., que estarán pendientes de que Romeo y Julieta se enfaden o se arrepientan. Pobrecitos, no se vayan a traumatizar. Ese día, el de su primer disgusto, o bronca, o estornudo, o lo que sea, como lo primero que harán estos dos angelitos, tonto el último, será pasarse por el cuartel de la Guardia Civil a soltar, por la vía de la denuncia, su drama de menudencias, se pondrán en marcha cien mil “dinámicas de apoyo”, ya sea psicológico, jurídico, pro igualdad, y demás blablabla. Y un millón de alarmas de tipo asistencial, jurisdiccional, policial, sanitario, penitencial… Y miliardos de profesionales, ya sean jueces, psicólogos, educadores familiares, abogados, policías, médicos, asistentes sociales y así hasta el infinito, estarán pendientes de estos dos, y de sus insignificancias y menudencias. Y toda esta desmesura, este descomunal e inútil exabrupto, implantado y vitoreado a los cuatro vientos por los de siempre, los apóstoles de la libertad, los esclavos de los titulares, por si Romeo Gugú llama a Julieta Oink Oink, fresca. Qué derroche de maldad, a la hoguera con él. O si Julietita Oink oink se cansa del baboso de Romeo, y éste, pobre víctima, se va al Cuartel con su discurso bien aprendido de maltrato psicológico. Todo esto, tras cinco meses de relación y tres semanas de matrimonio.

Ya hemos visto un ejemplo del comportamiento alienado de los contrayentes. Os decía que su trastorno se puede resumir con una simple palabreja: Megalomanía. Gugú y Oink oink se creen el centro del mundo. Si les preguntaseis a ellos, no dudarían en deciros que tras Robin Hood, Snoopy y Cristiano Ronaldo, son ellos la siguiente persona más importante de la historia de la humanidad y del mundomundial. Y aunque no se lo preguntéis, os lo dirán también. Que no os quepa la menor duda. El día que cualquiera de los dos, ombligos de la creación, amantes cósmicos, víctimas universales, urjan al agente policial, abogado u oficial del juzgado con sus pueriles menudencias de emperador con delirios de grandeza, heridos por la mayor afrenta que uno pueda imaginar: “me llamó fresca”, o “se fue con otro”… seréis testigos de un espectáculo que no tiene parangón. El trastorno que padecen, de verdad, la primera vez hasta resulta cómico, pero a partir de ahí.... Siendo el “me llamó fresca” suficiente para que María Antonieta sea recibida a cuerpo de reina en mil instancias oficiales, y mil expedientes, diligencias e informes sean incoados por mil profesionales, todos ellos temerosos de que en su megalomanía nuestra princesita no los acabe denunciado también a ellos ante un periódico por tomársela de coña, nadie le parará los pies a la mocosa. Hay que ponerse en su lugar, por favor, cinco meses de relación, tres semanas de matrimonio y “me llamó fresca”. Por dios, es inhumano, el Auschwitz del siglo XXI. Ese día, el de la gran afrenta, Oink Oink entrará en el despacho, o en el Cuartel, con un libro bajo el brazo, más gordo que un Aranzadi de Jurisprudencia, publicado a todo color en tiradas millonarias por nuestros líderes, y que, aunque con muchas variantes, genéricamente se llama: “Denúncialo/la, es tu derecho, es tu deber”. En ese Manual Básico del Megalómano, en ninguna de sus mil doscientas páginas se indica qué se debe denunciar, hasta ahí podíamos llegar, heriríamos sensibilidades, y así, cientos y cientos de denuncias y diligencias previas incoadas por “salió con las amigas y no me avisó” o “le puse la cena y no la comió” (ambos casos verídicos) entumecen y anquilosan un sistema que luego, exhausto y colapsado, no será capaz de proteger y asistir como debiera a quien sí lo necesita. Por el contrario, lo que sí nos indican (página 1) es a quién denunciar: al cónyuge o pareja, y (pag. 2) cuándo: siempre. También indican (pags. 3 a 1200) en dónde y en que teléfonos, siendo en estas páginas dónde las distintas administraciones se dan de bofetadas por aparecer y aparentar… pero ante lo común que resulta que los dóndes estén cerrados y los teléfonos comunicando, la cosa acabará en el cuartel, que a todas horas está abierto y rara vez comunica.

Entre el trastorno propio del enamoramiento, cosa delicada y placentera, más el acceso de megalomanía, de ser el elegido, centro del universo, que conllevan, en tantos y tantos bípedos, la boda y el matrimonio, uniéndole además el antes referido libro gordo de Petete del maltrato, publicado a trompetazo limpio por administraciones locales, autonómicas y estatal, y publicitado en prensa, radio y TV como el último y fundamental Best-seller, nuestros contrayentes, ya de por sí poco espabilados, se han dejado convencer del movimiento giratorio de la vía láctea alrededor de sus cabecitas y de que son la reencarnación en la tierra de un ser supremo, mitad músculo, mitad idea. “De verdad, lo nuestro es diferente, tu no puedes entenderlo, es que con ella es distinto… he salido con otras, pero ella es… de verdad, a ver si me entiendes, no, no puedes… nos vamos a casar, pero no como todos, que va!, eso no nos gusta, lo nuestro es distinto, blablabla (para ya, coño, pelma, a mí que carajo mi importa…). Es aquí donde se produce esa quiebra en las estadísticas. El enamoramiento, por regla general, no es suficiente para producir ese trastorno megalómano en los individuos. Aún no se creen receptores de esa especie de bendición telúrica universal. No tienen aún la entera y radical certeza de que los cuerpos celestes giran a su alrededor. Lo podrán pensar, y hasta intuir, pero en cualquiera de los casos, albergarán ciertas dudas. Es el matrimonio la puntilla, lo que traslada a Oink Oink y Gugú a otra dimensión. Mezcla de viaje astral y shock sideral, lo han vivido todo, lo han experimentado todo. Qué les vais a contar. Son la alfombra roja, el ramo de flores a quinientos euros, el Mercedes Benz limusina, los infaustos invitados que no encontraron disculpa para escaquearse del bodorrio, etc., los elementos alucinógenos que, actuando como sustancia desencadenante y catalizadora, producirán el brote definitivo, el cambio de plano de realidad. Tras cinco meses de relación y tres semanitas de cónyuges, ya tenemos delante de nuestras narices a Napoleón y a Cleopatra en persona. Y como tales, actuarán, pues nadie les dice lo contrario. Un séquito de funcionarios y profesionales varios estarán prestos al desvelo, siempre a punto, ante el primer disgustito de princesita o Sansón… pichoncito! ¿No te gustó la cena?, dice uno... la carne estaba un poco dura, cariño, contesta el otro. Qué drama, maltrato (página 1), me voy al cuartel ahora mismo (paginas 2 y 3).

Hace ya varios años, cuando empezaba toda esta desmesura y sinsentido, presencié una conversación que me dio un claro aviso de lo que se venía encima. En mi presencia, un juez y un fiscal reflexionaban sobre este asunto. Ninguno de los dos, juez y fiscal, quería “ser el siguiente en salir en Antena 3” pasto de una denuncia mediática de Napoleón o Princesita, por no prestar sus servicios de manera expeditiva ante la menudencia o caprichito del denunciante. Tal cual. Su señoría reconocía sin pudor que la presunción de inocencia, en determinados casos (es fácil imaginar cuáles), no opera. Por no hablar de las chorradas inverosímiles que uno se encuentra en las guardias. Algunas, con diligencias incoadas y hasta con orden de alejamiento, no pueden ser calificadas ni como discusiones.

A mi no me enternecen las parejitas cuando se casan. Si encima se les pasa por la cabeza soltarme el rollo ese de cómo se quieren, me dan mareos. Si son de los que cuentan que ellos de bodorrio, nada, que ellos una churrascada para los amigos y punto, tendré la certeza de que montarán el bodorrio más encorsetado y repelente que se pueda uno echar a la cara. Venga movilización general, despedidas con boys ellas y con gogós ellos. Si a mayores, y por desgracia, pues no les deseo que les vaya mal, tengo que aguantar, dos meses después, lo mal que lo está pasando, el desengaño, el mega disgusto, la mega víctima… y el ya lo denuncié, ya fui al cuartel, al abogado de oficio, a la asistente social, al CIM (centro de información á muller), al psicólogo, al médico, al psiquiatra… el no puedo trabajar que estoy muy mal, el ya pedí el “salario da liberdade”, la “risga”, la “renta de emancipación” o la “rai”, y el inevitable y rallado me maltrató psicológicamente, qué infierno, no te puedes imaginar… yo a este personaje le ejecutaba la fianza como hay dios, con intereses y costas. Aunque solo sea por la movilización general y desmesurada que sus melodramáticas menudencias emocionales ocasionan en multitud de instancias y profesionales… Por no hablar de que dicho fenómeno se repetirá, con el mismo despliegue de medios a cargo del erario público, unas cinco o seis veces en medio año, pues al día siguiente de llamarla “fresca”, Gugú le mandará a Oink Oink un mensaje de móvil en el que en resumidas cuentas le prometerá amor eterno. La reacción de María Antonieta será inmediata. Se quitará la pulsera GPS por la que había implorado la noche anterior en medio de un ataque de pánico e histeria en el Cuartel, dejará a su Señoría y al Fiscal con la palabra en la boca, a las del CIM las llamará resentidas, a la psicóloga le dirá que ella no está loca, y al abogado lo tildará de pica pleitos y ladrón. En cinco minutos, con la orden de alejamiento que anoche era más importante que su vida plenamente vigente, estará abrazándose a su niño. Qué bonito, realmente no fue más que una pequeña discusión de enamorados, me alegro… Pero, a pesar de ello, había que mandarles la factura. Y ejecutarles la fianza. A ellos dos y a los politiquillos que con sus dichosas “dinámicas de apoyo y protección”, implantadas a diestra y siniestra, más su libro gordo del maltrato, cooperan, en igual o mayor medida que el matrimonio, al tremendo trastorno de megalomanía que padece toda esta tropa.

martes, 6 de mayo de 2008

Ocaso y parejas

Hace ya un par de meses que Montse y yo, arrastrados por emociones y vivencias con las que no os voy a marear, formamos parte de una de las nuevas categorías registrales que como champiñones brotan en nuestros días. Somos una pareja de hecho, condición que, aunque ya habíamos adquirido como cualquier hijo de vecino en nuestra situación, hemos ahora “ratificado” al anotarnos en el “flamante y lustroso” registro de parejas de hecho que nuestros incompetentes políticos han decidido crear, impelidos por su afán irracional de “avanzar en términos de igualdad”, cueste lo que cueste. Y la cosa, el apuntarse, tiene merito, os lo aseguro, porque el “flamante y lustroso” registro al que aludo, no es otra cosa que una chapuza descomunal…

Antes de seguir os advierto de lo aburrida que puede resultar esta entrega para cualquiera que no tenga cierta curiosidad por los vericuetos legales. A pesar de ello, os advierto también que para quien se encuentre en la misma situación que nosotros, pues se ha apuntado en el susodicho registro, resulta de inexcusable lectura lo que sigue, pues es posible que no tenga ni idea de lo que ha firmado. Máxime si se ha creído el bochornoso discurso que en la administración le han soltado para ilustrarlo sobre los derechos y obligaciones que se derivan de su anotación en el registro de marras, porque ello no es más que una pura y simple panoplia. Por último, todo filantropía y vanidad, recomiendo la lectura de lo que sigue a cualquier persona que tenga, haya tenido o pretenda tener, novio, pareja, rollo, ligue, etc., esté salido o no, sea un inmaduro platónico o un crápula confeso, pues estos políticos nos han metido a “todos y todas” en un brete. En resumen, no estando casados y teniendo o habiendo tenido relación de pareja, dentro de la más amplia acepción que queráis darle a tal epíteto, leer lo que sigue por vuestro bien:

Antecedentes

Año 2008. Nuestros locos mandamases, arrastrados por el tremendo trastorno mental que los define como especie, no paran de soltar sus dogmas alienantes ante cualquier nuevo campo de acción. Entre ellos, oh calamidad, se encuentran ahora nuestras relaciones personales… cuerpo a tierra, señores!! Ni me interesa, ni tengo una opinión sobre todo este asunto-polémica de matrimonios, parejas, tríos… qué es uno y qué es el otro. Vaya coñazo. Lo que si tengo es una opinión sobre la chapuza que supone decir algo y que luego ese algo sea lo opuesto, máxime si dicho desaguisado se debe, qué novedad, a un atracón de titulares y grandes medallitas en el pecho, de algún petardo del establishment político. Y eso es lo que hay con el tan anunciado y loado registro de parejas de hecho. Os cuento.

Acto Primero:

Uno se presenta ahí, cándidos pichoncitos. El oficiante se exhibe un poco y al rato llega el mäelstrom desbocado, el gran trauma meta-jurídico, pues os informarán como de pasada que si no presentáis una escritura de capitulaciones (matrimoniales) adoptando otro régimen económico (supongo que separación de bienes o participación), estaréis en gananciales. Dicho comentario no es proferido con la boca pequeña o mostrando ciertas reservas, qué menos, sino que se os mostrará con la majestad propia de la cosa juzgada. Y la romería ya está montada, queridos pichoncitos, pues queráis lo que queráis, vais a tener serios problemas. Jurídicos, seguro, y de pareja, a lo mejor.

Acto Segundo:

Si queréis estar en separación de bienes, prepararos. Es indispensable presentar una escritura notarial de capitulaciones. En las dos primeras notarías a las que fuimos, la respuesta fue negativa. No nos hacían tal escritura si no era para casarnos después, pues tal es la regulación actual de dichos pactos económicos. En la tercera, sin embargo, aunque rosmando y sin saber muy bien qué poner, nos hicieron un sucedáneo de escritura adoptando el régimen de separación de bienes. Eso sí, el notario soltó su espich en contra de los de la Consellería, que no tienen ni idea, según él. Mente preclara la suya. Como a mí todo esto me hacía gracia, por lo chapucero que era, tan propio de políticos rumiando en campos ajenos, por la inseguridad jurídica que crea, me fui hasta el Registro de la Propiedad, para escuchar lo que sin duda sabía que me iban a contestar ante la pregunta, elemental como pocas, que os estaréis planteando, y que se hará cualquier partícipe del

Acto Tercero:

Aquí están los que de buena fe se han anotado en el antiregistro ese y no han presentado la escritura que regule su régimen económico. La lunática de la Consellería no tenía duda, era su nuevo dogma: están en gananciales, tanto monta, monta tanto. Con dos cojones. Y el problema es que si ése es vuestro deseo: ser pareja de hecho y estar en gananciales, la oficiante, entre mil medallitas, os venderá el favor y os dará la enhorabuena, pues gracias a ella y los suyos ya es posible. Y vosotros saldréis de ahí convencidos de que lo que compre cualquiera de vosotros será de los dos a partes iguales. Aquí entra la visita al Registro de la Propeidad de Corcubión. Les fui con la cosa por pura maldad egocéntrica, para oir cómo me daban la razón. Mi hipotética solicitud fue la siguiente: soy pareja de hecho de tal persona, he comprado un piso yo solo, pero como somos pareja de hecho y os aporto la correspondiente certificación del “Registro de Parejas de Hecho”, quiero que se inscriba el piso a nombre de los dos pues estamos en gananciales (Consellería dixit). Respuesta: un cachondeo que no veas. Que de dónde sacas eso Venturín. Se lo expliqué todo bien clarito: el Registro de Parejas, la Ley que lo regula, las notarías cada una por su lado… Espera que vamos a por el Registrador, no se lo puede perder. Vuelta a explicar, ojos como platos… ni de coña, vamos. Me decía al final el registrador, en plan categórico, como Mucio Scevola: ¿Está casado quién compra? No. ¿O sea, que está soltero?, No, es pareja de hecho, le contesto. Y va y dice: O sea, que está soltero (impepinable). Cómo te lo voy a inscribir a nombre de los dos, si no están casados en gananciales y el piso lo ha comprado uno de ellos, persona soltera. Hasta ahí podíamos llegar. Quien mantenga lo contrario, tiene el Juzgado, que será quien deba decidir, decía el Registrador ante la proliferación de normas contradictorias y chapuceras. Me dieron ganas de darle el número de la Consellería para que le diese una pasada en vuelo rasante a la visionaria que hace las funciones de oficiante y que, siguiendo las instrucciones de sus iluminados jefes, llena las cabezas de los contrayentes con gananciales pajaritos.

Acto Cuarto

Pero amigos, esto es lo de menos. Pensar sólo un poco. La norma de que estamos hablando, aparte de regular el registro de parejas de hecho, hace extensible a las parejas de hecho (cosa esta que gracias a la incapacidad del legislador aún no sabemos qué es), los derechos y obligaciones del matrimonio. Os parezca bien o mal, es lo que dice. La consellería, a la hora de aplicar y desarrollar dicha Ley, mantiene que una de las consecuencias de la misma es que, al igual que lo que ocurre con el matrimonio en toda España, salvo en Cataluña, no especificado notarialmente qué régimen económico se adopta, se está en gananciales. Y eso es lo que se mantiene a pies juntillas para las parejas de hecho. Y a quien quiere adoptar dicho régimen siendo pareja de hecho, le dicen que ningún problema. Que se esté tranquilo pues, sin duda alguna, está en gananciales. Que luego en la Notaría, en el Registro de la Propiedad o en el Mercantil, en Hacienda, os tomen de coña, les trae sin cuidado, pues ellos ya salieron en la prensa con sus eslóganes, ¡igualdad, oh, igualdad! Dentro de varios años, cuando alguno de los contrayentes, agriado por una relación que al final no fue lo que esperaba, pretenda liquidar tal sociedad de gananciales “inexistente-virtual” las sorpresas van a ser mayúsculas y la mitad de lo tuyo, mío, letra mojada.

Pero profundicemos un poco más en la disentería jurídica de estos individuos. Me pregunto, ¿quién coño habrá parido este tinglado? ¿Estaría bajo amenazas, o en medio de un episodio de trastorno mental transitorio? ¿Obediencia debida, tal vez? No lo sé. Pero lo que si sé, es que aparte de lo anterior, puro intríngulis jurídico, casi anecdótico, otros dos nubarrones se ciernen con crudeza sobre los eslóganes de los políticos perdonavidas, y, he ahí el problema, sobre cualquier persona que haya tenido, tenga o pretenda tener una relación amatoria

Acto Quinto

Habría sido lo deseable que la norma en cuestión, en aras de una muy deseable claridad, hubiese definido por lo menos, qué es pareja de hecho. Por supuesto que no lo hace. Pero es que en el colmo del mareo normativo y de una inseguridad e indefinición conceptual de auténtico escándalo, utilizan como cromos intercambiables distintos enunciados tales como: “relaciones maritales mantenidas con intención o vocación de permanencia” o “uniones de dos personas mayores de edad, capaces, que convivan con la intención o vocación de permanencia en una relación de afectividad análoga a la conyugal”. Así las cosas, yo no se qué es ser pareja de hecho de alguien. No lo sé. ¿Depende del tiempo que se lleve juntos? ¿Del humor con que se levante uno? ¿De futuros impredecibles o de presentes plenos y gloriosos? ¿De nuestra subjetividad o de su objetividad? Procelosas incógnitas, pichoncitos míos… Por otro lado es innegable que dos personas que formen una “unión amante - amatoria” pueden estar en desacuerdo y según una ser pareja de hecho y según la otra no ser más que la pura insignificancia, cero a la izquierda. Qué pasa en ese caso, ante la ausencia de claridad en los conceptos... pero qué lío están montando estos tíos.

Pero sigamos buceando en el sietemesino vástago de nuestros políticos. Ahora viene la traca final, el insospechado mäelstrom meta-jurídico. ¿Nos encontramos ante una inscripción registral constitutiva o simplemente declarativa? En Román Paladino, ¿inscribirse en el lucido registro de parejas es un acto de simple declaración, que, como tal, sólo da publicidad a una situación preexistente, en este caso la relación de pareja, o por el contrario, es indispensable para que seamos pareja de hecho que nos anotemos en el registro? ¿Es constitutiva tal inscripción, y por lo tanto, no hay pareja de hecho hasta que no se inscribe la misma?, o ¿Es declarativa tal inscripción, y por lo tanto, no es indispensable dicha inscripción para ser pareja de hecho, pudiéndose ser pareja de hecho con independencia de estar o no anotado en el indicado registro y por lo tanto tener de igual manera las obligaciones y deberes de los cónyuges? Aunque parezca increíble, en este aspecto, espinoso como pocos, el responsable de turno optó por abandonar las medias tintas y se decidió a concebir dicha inscripción como constitutiva. Y hemos de reconocer que se opte por la vía que se opte, el problema está garantizado. Mejor se estaba callado, de ello no hay duda.

De haberse escogido al opción declarativa, mayoría aplastante en derecho registral, tendríamos que no sería necesario inscribirse en registro alguno para que cabalgue a sus anchas una presunción legal de que cualquier relación de pareja, aún la que dure un sudoroso suspiro, con independencia de que la llamemos como la llamemos, tenga los mismos derechos y obligaciones que el matrimonio, y sus miembros sean pseudos cónyuges. Por supuesto, cuando esa relación se termine, procederá la oportuna liquidación de la sociedad de gananciales que durante dicho lapso de tiempo se constituyó. Como esta vía podría dar lugar a que cualquiera se viera metido en reclamaciones varias por relaciones de cuatros días, se optó por la inscripción constitutiva…

Pero tampoco parece acertado optar por la vía de la inscripción constitutiva. En virtud de ella, una pareja, padres de varios hijos y con treinta años de convivencia, que por desinterés, desinformación, cabezonería de uno de ellos o lo que sea no se haya inscrito, no será pareja de hecho y sí lo serán, sin embargo, quienes tras cuatro días de tumulto amatorio decidan anotarse. ¿Serían éstos los pseudo-cónyuges y los otros unos extraños? ¿Debemos privar a los primeros de los derechos y obligaciones propios de los cónyuges tan solo por no anotarse en uno de tantos Registros Parejiles que pululan por doquier? Poco tardarán los Juzgados en cargarse esta clara limitación de derechos que, tiempo al tiempo, acabará cayendo por su propio peso.

Así están de poco claras las cosas tras irrumpir los de siempre en estas cuestiones. Yo aconsejo, totalmente en serio, que tras la primera cita amorosa “con vocación de permanencia”, aunque esta "vocación de permanencia" sea solo "instantánea", se vaya uno derechito al notario a hacer una escritura de separación de bienes. Ello, por supuesto, si encontráis una notaría que esté dispuesta a haceros una gauchada, porque la cosa no está fácil. Por lo menos, a nosotros nos llevó nuestro tiempo. Con lo que podéis contar es con que los ayatolás de la Consellería, a cojones tienen que conseguir que todos seamos iguales. Estando el modelo a seguir en el matrimonio, han decidido que la pareja de hecho (cosa que no saben en qué consiste) tenga los mismos derechos y obligaciones que el matrimonio, y han decidido también que si no hay escritura de por medio, la pareja esté en gananciales. Eso sí, como son tan chapuzas, si cualquier pareja quiere para si dicho régimen, se encontrará con que en la práctica todo son problemas, en la notaría, el registro, hacienda, etc. Qué desastre. Ni una cosa ni la otra, típico. Eslóganes huecos y oportunismo. Yo estoy buscando desesperadamente a una persona que haya roto con su pareja y tenga ganas de meterla en el juzgado para liquidar esa sociedad de gananciales virtual. Es que la cosa es impepinable. Tendrá que venir un juez y hacer algo de luz, si es posible. Mientras tanto, mucho cuidado con quién salís.
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